viernes, 20 de marzo de 2009

Posesión de tu nombre

Posesión de tu nombre,
sola que tú permites,
felicidad, alma sin cuerpo.
Dentro de mí te llevo
porque digo tu nombre,
felicidad, dentro del pecho.
"Ven": y tú llegas quedo;
"vete": y rápida huyes.
Tu presencia y tu ausencia
sombra son una de otra,
sombras me dan y quitan.
(¡Y mis brazos abiertos!)
Pero tu cuerpo nunca,
pero tus labios nunca,
felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.
Pedro Salinas 1923

martes, 17 de marzo de 2009

Primavera, blanca que te quiero blanca

Como cada año, ya casi estamos en primavera, total por tres días es como llamar a una puerta y esperar a que te abran.

Si en invierno en ese transito nos da por los armarios y sus arreglos de guardar ropa, sacarla, preparar mantas, cortinas, enseres de la casa y un largo hacer y deshacer. Cuando nos llegan los días soleados, las buenas temperaturas y las ventanas abiertas de par en par, se nos cruzan los cables. Es como el corto circuito y en vez de tener las hormonas inflamadas de pasión, vemos el erotismo en las latas de tintan lux.

Revestimos nuestros cuerpos con ropa vieja, en vez de darle color y suavidad a la piel, pues se quiera o no, manchas habrá que nos las puedan quitar ni el calvo más pintado ni el osito más mimoso. En algunos casos, se llama a ciertos caballeros para tal encuentro, llegando ellos con sus monos de faena, palos, cubos y brochas. Señores que tienen una habilidad en sus brazos dejándote encandilada con el sube y baja estirar, contraer.

Es como una letanía hipnotizante, hasta que te das cuenta de esas gotitas traicioneras, y nos vemos corriendo a por el cubo de agua y la fregona, las losetas, la madera, el bolso de las tardes, los muebles, ¡pero si estaban enfundados en sendas sábanas viejas! Mas todo lleva esa marca de nieve, y es que tu casa en un momento se ha quedado sin techo, ya no vives en una apacible ciudad o pueblo, no, ya estas en la misma Sierra Nevada y todo lo que cae es blanco y no es agua.

Y tu cuerpo se convulsiona, con una rapidez corriendo de un lado a otro, ya no te importa los buenos músculos, ni las voces roncas, solo es quitar manchas, mocho en las manos, paño en el sobaco.

El mejor momento está por llegar, siempre se rompe algo ¿pero no lo había retirado todo? Es invariable que le hayas tenido menos aprecio a ese cachivache, en el momento que lo has visto destrozado ya es una de las obras de arte de tu casa. Aun que sino recuerdas mal era un regalito de fulanita a la cual no puedes ni ver; te lo compró por quedar bien en las tiendas de los souvenir y es feo de verdad…aun por mucho pensar tu rostro se queda compungido en vez de aliviarse, mientras lo recoges con la escoba y miras de reojo como si quisieras echar un mal de ojo.

Ya cuando por tus doloridas articulaciones descansan en el sofá, tu mente solo piensa en miles de masajes, llega la noticia, “mañana volveremos sobre las nueve, para terminar”.

Sonríes como si tuvieras esa máscara endiablada entre el lloro y la risa histérica, mirando el reloj son las seis, ¿Cuántas horas llevas moviéndote como si fueras una peonza multicolor? La pintura caída, el agua en el suelo, el que no te hayas caído ha sido por puro milagro por que piruetas hiciste varias, si hasta saboreaste el sabor de la pared, tú cara quedó pegada a ella como si fuera una calcamonía, ¡y estaba pintada ya! Recolocar los muebles, con los ojos desorbitados por si algo les pasaba, pues una cosa es la rotura de algo insignificante y otra muy distinta los muebles de madera buena, ¿por que todo el mundo se piensa que pones tu casa con Ikea? ¡Cómo no ven la diferencia!

Imposible decir “mañana será otro día”, la igualdad o el empeoramiento puede caber en ese porvenir.

Tus tripas comienzan a sonar, ¿has comido? Una de esas risitas malévolas aparece por la garganta, ¡que buen día para comenzar la dieta! Después de todo no te hace falta ir al gimnasio, con pintar tu casa ya tienes el ejercicio necesario y faltan cuatro días más, te vas desparramando de puro gozo en el sofá, “sí, sin duda podré enfundarme en esos pantalones para la próxima semana”

Sí, blanquear la casa puede ser un infierno, pero también un peldaño a los cielos, según mires la ropa que no te entra.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Memoria peliculera


Ayer fue de esos días, que debería haber hecho muchas cosas, pero lo único que conseguí fue irme por las veredas de cualquier otro mundo, ¿soñadora?, no sabría decir, creo que la respuesta adecuada sería vaguitis aguda. Ensimismada en esos lugares pensaba necesito dar algo hoy, me enfrasque en buscar colores para regalar, arco-iris, recordé el que hace poco vislumbre desde un avión, y fue mi perdición.

Y como cuando estoy perdida mi manera de encontrarme es meterme en la librería, es lo que hice. Ya tenía en mis manos dos libros, preciosos ellos, pero ese rabillo de ojo tan indiscreto que tengo me hizo la mala jugada. Mi prima Maite “nena son las seis” hora de meter más moneditas en el contador de zona azul, porque como hay que pagar por aparca en tu propia calle pues a fastidiarse se dijo, en fin con esas prisas ¿qué podía hacer? Después de todo siempre caigo en las tentaciones, y esta que me hace ver y retener en mi mente otro libro que adoro, pues a la caja como si fuera el corre caminos.

Naturalmente cuando llegue a casa, se disipó la emoción un poquito, porque mi mente me jugo una mala pasada en la Abadía de Northanger (tita Austen naturalmente), solo se nombra una vez en el libro y por el personaje que peor me cae, mientras que en la película cambian los libros de hay mi equivoco, ¿Cuántas veces, se superponen imágenes de un film por las letras escritas? Para otra ocasión caerá en mis manos Los Misterios de Udolfo de Ann Radcliffe. Ahora toca ver cuánto de malvado tiene El Monje de Matthew G. Lewis. Por que hasta mi loba cordobesa quería hacer un cambio… yo pensando el “pluf” me puede venir al ver mi limitada memoria, pero por todos los diablos tengo un gótico por no decir el Gótico, ¿cambio qué cambio?

De todo lo ocurrido ayer, he sacado una idea, tendré que hablar con mis Lobas, con cierto rayito, para ver si es posible, pues la verdad últimamente estamos todas con mil cosas, pero yo solo pido un día al mes.

Es indispensable hacerme una lista de los libros que salen en mis libros predilectos, que si no ha salido mal esta vez la próxima, puede ser de ¡por favor es que quiero cambiar un libro! Y eso sí es blasfemia.
La solución más lógica sería regalarlo a otra persona que le puede interesar.

Mi día de ayer al final no estuvo del todo en los mundos alejados, saqué un libro y una idea ¿se puede pedir más de un día vago?

lunes, 9 de marzo de 2009

El Lector


El Lector

Bernhard Schlink

Editorial Anagrama.






Michael Berg tiene quince años. Un día, regresando a casa del colegio, empieza a encontrarse mal y una mujer acude en su ayuda. La mujer se llama Hanna y tiene treinta y seis años. Unas semanas después, el muchacho, agradecido, le lleva a su casa un ramo de flores. Éste será el principio de una relación erótica en la que, antes de amarse, ella siempre le pide a Michael que le lea en voz alta fragmentos de Schiller, Goethe, Tolstói, Dickens... El ritual se repite durante varios meses, hasta que un día Hanna desaparece sin dejar rastro. Siete años después, Michael, estudiante de Derecho, acude al juicio contra cinco mujeres acusadas de criminales de guerra nazis y de ser las responsables de la muerte de varias personas en el campo de concentración del que eran guardianas. Una de las acusadas es Hanna. Y Michael se debate entre los gratos recuerdos y la sed de justicia, trata de comprender qué llevó a Hanna a cometer esas atrocidades, trata de descubrir quién es en realidad la mujer a la que amó... Bernhard Schlink ha escrito una deslumbrante novela sobre el amor, el horro y la piedad; sobre las heridas abiertas de la historia; sobre una generación de alemanes perseguida por un pasado que no vivieron directamente, pero cuyas sombras se ciernen sobre ellos.


Hablar en estos días sobre este libro es ir con la moda cinematográfica, ese cuece, cuece de la calle, es como cuando te compras ese producto del que todo el mundo habla para ser chic. Hubiera querido conocerlo antes, poder decir “yo ya lo había leído” con esa voz culturita, aunque bien pensado mi voz ya es suficientemente ronca como para meterle otras tonalidades sonoras.

Cada libro llega en el momento en que ha de llegar a la vida de una persona y se lee cuando se está preparado para ello, ¿Cuántos libros compramos y lo dejamos en la estantería esperando su lectura?, algunas veces pensamos que nuestra dejadez a leerlos es por la cantidad de atrasados que llevamos, o simplemente por que nos agrada comprar libros y amontonarlos en la librería. Mi opinión particular, mejor dicho mi caso en realidad, se podría resumir en ese camino de bagaje, ni antes ni después, en su justo momento.

Nunca dejaré de asombrarme, la cantidad de información encontrada en este medio de Internet, antes de mi viaje a Londres en una de esas búsquedas en las que hoy ni recuerdo que era, entré en la página de una de mis editoriales preferidas Anagrama, una noticia, una portada y la curiosidad hizo el resto. Suelo salir despavorida de cualquier libro que toque el tema del holocausto, en cambio esté me llamaba. En una tarde de nervios total tuve la buena idea de pasarme por la librería, en un mueble expositor encontré todos los libros de esta editorial, poco importó si debía o no comprar más libros esa semana, quién se puede reprimir por 7 euros.

No es simplemente una historia de amor, comprensión o perdón. Es un libro donde ves como se hizo para seguir hacia delante, un enfrentamiento de generaciones, y sobre todo la sensación de que este hombre habla a rasgos ya no solo de sus sentimientos, creencias, sino vivencias. Puede ser una idea creada por aquellos que lo leen premeditada por el mismo escritor, impidiendo la severidad en el caso de castigo.

Es imposible no sentir como te abre en dos, por un lado estas, fascinado por la sutileza y sensualidad de la historia de amor, al otro te representa una realidad cruel, en donde la pregunta siempre es la misma ¿Por qué? Hay momentos en que he debido de dejar su lectura, mirar lo fino que es y decirme a mi misma ¡que diablos! ¿Cómo puede algo tan escuálido decir tantas cosas?
Volver a retomarlo pues te crea la necesidad de saber sí Michael llega al indulto de ambos, hay una verdad de la que no se puede escapar, ni literariamente ni en la vida real, “uno es lo que vive, con sus consecuencias, con sus paradas, bajones, errores o victorias” y aquí se explica con una sencillez apabullante.

Dando la opción de ser juez y verdugo, para luego comprender que por más que lo intentes se toma la determinación más fácil, menos comprometida, puede que debiera ser esa; si te enfundes en la personalidad de Hanna, sí llegas a traspasar su fachada. Obtienes la visión de los claros y grises de los personajes, dobleces, prejuicios, dudas, el como van madurando con el tiempo aun cuando las heridas están abiertas, y como funciona la mentalidad de la generación después de la guerra y de aquellos que la vivieron.

Sea moda o no, es un libro que en la vida se ha de poner en el camino de cada lector, puede que no se llegue a las mismas conclusiones, unos pensarán que la absolución es la moviola del amor, y otros se preguntarán si todo es tan fácil por haber tenido el sentimiento de amar, si todo es compasión, si todo es perdonable.

sábado, 7 de marzo de 2009

Calma

Mi calma es ir cruzando uno de los dos puentes de mi zona mirando la muda, cautiva, Torre del Oro y, a lo lejos, la Giralda. Me gusta pasear por el puente mirando al río, viendo la noche caer siendo un remanso para mí.
Todo se magnifica en luz, aun cuando asciende la luna, las penumbras dentro de mí se van disipando, con los malvas del atardecer cayendo poco a poco.
De un lado a otro de la orilla alcanzo el otro puente. Me llegan los aromas del parque, veo el costurero aún abierto, con sus luces y sombras, adentro mi caminar por la vereda verde, bordeando los árboles entre el crepitar, de la noche de María Luisa, envuelta en rejas está mi glorieta.
Ciprés de largas ramas que acarician su rostro, ¿Cuánto hiere el amor? Qué rendido cae a sus pies. Amor emergiendo entre oscuridad y piedra, ilusionado, poseído, para luego perderse entre la flecha de bronce, que un malévolo Cupido clava entre la piel marmórea. Herida punzante que mata.
Me siento con él. Efigie no muda ante mis pensamientos, respondiendo entre rimas y caricias, semejantes al viento, el silencio de la ciudad tardía nos va envolviendo, mientras los enamorados ramos se van marchitando. Nuevos, llegaran mañana, sin espinas ni lágrimas.
Cruzo de nuevo el río, buscando las esquinas de las calles estrechas y solitarias, no quiero los coches alumbrando la mirada, sólo deseo seguir sintiendo. Por fin puedo decir, “estoy en calma”.

martes, 3 de marzo de 2009

De vuelta

Bueno aquí estoy de nuevo, esta loca descarriada necesita donde dejar sus pensamientos.
Primero no quiero hacer de esta nueva entrada una conocimiento de mi persona, por la razón principal que yo no soy interesante y es aburrido hablar de las supuestas cualidades que una debe de tener, además si mi ego consintiera en hacerlo ¿para que diablos necesitaría al psicólogo? El pobre tiene que comer también.

Lo cierto es que mis Lobas estarán aliviadas de mi tabarra de cada noche y mis lamentaciones por doquier, Ro no se sentirá tan culpable y cierto Librero sonreirá, desde luego eso merece todo un clamor de voces, pero yo solo tengo mis dedos y mis letras, mis ensoñaciones y es lo que vengo a darles. Me hacen un favor y les debo agradecimiento, ¡qué diablos! Yo soy más de pruebas concluyentes demostraciones que pueden aceptar o no, mi intención no es ponerme melodramática o romántica, simplemente aquí estoy ¡aguantarme es lo que toca!

Gracias ya sabéis por que.