lunes, 7 de noviembre de 2011

Leyendas con encanto.

Lo mejor de las leyendas, son en sí mismo su belleza mágica que las envuelve.

Según la RAE su definición es en este caso concreto: 4. f. Relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos.


En uno está el creer a pies de puntillas o no lo que se ha leído, pero casi todo el mundo al término de la lectura, se queda con la sensación de embrujo, esa pequeña hechicería que te trae recuerdos de la niñez, cuando nos contaban los cuentos, sí un poco de esa añoranza.

Hoy estuve buscando varias leyendas, unas de mi ciudad de nacimiento otras del pueblo donde vivo hoy en día, he tenido una mañana de convalecencia y no sé mejor modo de hacer pasar las horas que dejándote llevar por su delicadeza. Pase varias horas disfrutando como era lo normal, unas más bonitas que otras, sobre todo aquellas que aun están escritas en un modo romántico y no como si fueran el prospecto de un medicamento. Bueno… es casi perdonable, después de todo a muchas personas no les gusta escribir o no tienen el interés de embellecer la leyenda.

Le quita la brillantez pues si pero es cuestión de gusto, como digo es perdonable, pero lo que ya no admito en ninguna forma. Es que después de contarme encima la leyenda sosamente, me venga y me cuente la realidad de lo que ocurrió de algún detalle.

Disculpa quien te ha pedido la ¡verdad en una leyenda!

Yo busco la tradición no datos concretos verdaderos, si ya en cualquier modo me da algún sentimiento de curiosidad por la leyenda que no por el soso escrito ya buscaría en la historia, pero no tienen derecho de machacarme algo que en definitiva debe ser mágico y no una visión racional de los hechos.

¡Qué manía con querer hoy en día todo políticamente razonable!

domingo, 6 de noviembre de 2011

De rechupete

Quién me lo iba a decir, tengo un mes con muchas cosas interesantes, de esas que me gustan a mi más que una pizza o un bocata de atún.

Mi hermana que ha llegado a tomar ese café dominguero, me anunció en modo sorpresa que igual el miércoles, nos zampamos el museo nuevo de Carmen Thyssen, podrían pensar que si me lo cuentan no hay sorpresa, posiblemente pero como yo soy quien la recibe con el mismo entusiasmo de verme de sopetón en las puertas, pues me ha encantado la idea. Esto quiere decir hacer una hucha para los marca-páginas, postales y demás detallitos en venta en la tienda, ¿os he contado alguna vez que me puedo pasar horas y horas en un museo? ¡No me duelen los pies! Y si soy totalmente sincera incluso puedo aburrir a mi acompañante, que soluciono con esa cara de buena he inocencia por lo general, con el consabido soborno de un café de los buenos. Aún es domingo y yo estoy emocionadísima, no puedo negarlo.

Se apagan las luces, sube el telón el escenario se va iluminando poco a poco y Bibiana Fernández con Loles León, me regalaran una noche, de teatro. Hace meses que no me siento en una butaca, ni escucho el timbre de aviso del comienzo, claro que tampoco he aguantado a esos espectadores que llegan tarde y por costumbre han de pasar por tu lado, aun cuando la fila por el otro extremo no esté llena o se moleste menos. Te resignas, pero en realidad tienes muchas ganas de decirle algo ofensivo, si yo soy capaz de llegar a mi hora, no viviendo en la capital, porque puñetas ellos no. Con “disculpe” todo lo solucionan si es que tienen la educación de darlo al menos, pero no hay excusa que valga para llegar tarde a una obra. En fin voy al teatro es lo que cuenta, a soñar, divertirme, reírme y pensar, pero sobre todo a disfrutar de dos pedazos de actrices que no se han ido para hacer los océanos americanos, gracias a dios.

Esta nueva moda, de hacer una película y cortarla para tener dos partes, no sé yo con cual fin, el de enganchar más al espectador, el de aburrirnos, o simplemente porque hay que estar en los tiempos modernos y fastidiarnos un poco a aquellos que andamos esperando el fin de la saga crepúsculo en cine. Iré como una quinceañera a ver al colmillitos rubio, eso sí puede que tenga esa hormona similar, pero me niego a ir el día del estreno para obviar los gritos de “guapo, quiero un hijo tuyo” o exclamaciones semejantes tanto al colmillos como al lobo. Porque seamos críticas y objetivas, anda que no se ha puesto Jacob musculoso, en dos se abre la veda ya. No como en el comienzo que era él rubiales, y no digo esto en tono despectivo, que a mí no me gustan los rubios como he repetido por activa y pasiva, más cuando veo a Edward en pantalla, me entra la morriña de suspirar con un “ais, quien fuera la mordida”, alguna noche de estas dejo la ventana abierta por si cae la breva.

Noviembre que mes más interesante cuantas cosas me trae.

sábado, 5 de noviembre de 2011

El Club


Una lectora, procura siempre que quien la rodea lea en la mayor medida de sus posibilidades. Yo inculque la lectura a mis sobrinos desde pequeños, algunos lo han dejado y otros lo han retomado, esta noticia me hizo inmensamente feliz, no solo porque lo vea como algo bueno para ellos, sino también por ser un acto que podemos compartir entre otros que ya tenemos en común.

Se retornó con la saga Crepúsculo, aplaudo el hecho de que una saga de libros sea una u otra ayuden a fomentar que personas que han dejado de lado la lectura la retomen, dando paso a otros escritores de distintos géneros. Hasta aquí es lo perfecto, mas cuando se encasillan en un sólo tema el asunto comienza a perturbar o más bien a desprender un pequeño tufillo oloroso.

No sé quien dijo “si no encuentras algo de tu interés créalo” o algo parecido, le estoy eternamente agradecida. Pues me ha dado el impulso, aquí en el pueblo que yo sepa no hay club de lectura, por lo tanto si hago una mini liga de club junto con mi sobrina y una amiga suya, a la cual le encanta leer, con un poco de mano blanda puedo ir introduciendo, otros libros con temáticas distintas a las vampíricas, no sería un acto de egoísmo propio sino más bien una forma de diversión.

Aquí se riza un poco hace dos años ambas obtuvieron un clásico de Jane Austen, no hay que contar que fue dejado en los primeros capítulos, por lo visto Mrs. Darcy no captaba la atención suficiente en sus trémulos corazones, después de tanto colmillo, quedaba un tanto soso, desvaído, insulso.

Es por todos mis amigos conocido el amor que yo le tengo a ese caballero, esto da que pensar en una postura impuesta a la fuerza por mi parte, está fuera de toda realidad, la idea no era esa sí el dar un paso hacia Cumbres borrascosas, con algo de terreno conocido, para que no se enfrentaran a un consabido “lo dejo” que era lo temido por mí, en ellas estaban las ganas ya que esa saga archiconocida habla de la obra más conocida de Charlotte Brontë. Pero todo lector que haya leído ambos libros, sabe que hay un escalón demasiado alto entre uno y los otros libros.

Pues bien, todo tiene su tiempo y es una verdad como un templo, el club de lectura de estos tres miembros tan diferentes,en personalidades,ha decretado que el primer libro será Orgullo y prejuicio,clásico entre los clásicos, un poco porque pienso que ya es hora, de ir hacia la literatura victoriana, con la esperanza de que cuando llegue Cumbres,se apasionen con ese amor torturado de Heathcliff.

Tenemos un mes de Diciembre para un solo libro y a su terminó una cena, hay que darle motivación a los cambios literarios, es un hábito que merece la pena nutrirlo ya sea con las trampas que una tenga en la mano o se las saque de la chistera.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Otoño costumbrista

Llegaron las tormentas con su inestimable agua, estamos en un otoño que se asemeja al invierno.

Siempre se me antoja un colorido brillante, pero este año sus matices son completamente distintos, desde mi balcón veo una bella sierra donde los ocres se pierden entre el verdor, camuflándose en las distintas tonalidades del Mediterráneo.

Sumergida en el romanticismo del paisaje con sus emociones, me envuelve las ansias de calentarme la piel entre los fogones, comienzo con recoger las recetas más dulces para esas tardes grises aguadas que nos esperan, las comidas imaginadas sazonadas con una pizca de picante que caliente el alma, esperar la mesa llena de comensales adormecidos con el aroma del té. Encaramados en las conversaciones.

Sería lo placentero la idealización de un rincón acogedor, mas toda imagen perfecta tiene un diablillo danzando, en mi caso consta de tres. Pajarillos que cuando no se les hace sus carantoñas mimosas en el momento que a ellos se les antojan, acometen con sus trinos llegando la cansina exclamación de “que pesados ponles el trapo para que callen” y aquí la perfección se convierte en dura realidad, esa sobremesa sacada del encanto del siglo xix entre romanticismo y degustación del momento, se ve privada en pocos minutos por lo que antes era llamado “encanto” y hoy se traduce en “molestia”.

Así es prácticamente imposible seguir en esa copia barata, de una filosofía de vida hoy en desuso, no es otro que encontrar maravilloso ese momento compartido, aun cuando pueda recorrer por los pasillos fantasmas de tormentas personales. Llega el tiempo del recogimiento entre amigos de lo idílico dejando de lado cualquier modo de diablejo travieso o molesto. Es hora de taparse con la ropa de la mesa camilla, recostarte entre cojines en el sofá, dejándose llevar de esa época en que lo rápido no existía y si la complacencia en los instantes que regala el tiempo, aun cuando no sean perfectos.