martes, 15 de septiembre de 2009

¡Qué belleza de noche!

En horas como estas de las seis de la mañana, echar mano del móvil y tener una charlita con un amigo, es simplemente impensable si se tiene sensatez con una pizca de pudor, no es muy agradable ese recordatorio de toda la familia “muy bien, gracias”, si por un casual mi mano no se puede contener y marca un número.

La tentación es bastante fuerte, pobrecito él o ella, estará en el lugar de los bellos sueños de esos tantos que por la mañana ni recuerdas, ¡pero qué bien me he levantado, qué sueño más reparador! Bien pensado una se imagina ante tal imagen la cera líquida para los muebles, pero si para ellos ese sueño aceitoso y pringoso les sienta bien, como voy a tener la crueldad de despertarlos, por que los míos más que sueños sean pesadillas clavadas en la garganta.

Comienza el dilema, no por vueltas en las sábanas, te traerá la paz nocturna en realidad empiezas a enfadarte con el enredo de tela a los pies.

Vamos a contar animalitos ¿cuál toca esta noche? Las ocas otra vez no, la ultima terminaron picoteándome toda ¡cuánto me acorde de la mamá oca! ¿Caballos trotando por la colina? ¿Y si me caigo y me rompo la pierna? Muy bien que sea una imaginación para conciliar el sueño, ¡a caso no es angustioso contar un caballito “puñetas como me caiga”, dos caballitos “tú como me tires te zampo un mamporro”! definitivamente no me sirve, al llegar al cuarto estaría más desvelada que si llegara un vampiro a chuparme. ¿Cerditos rosados con los rabos tan graciosos que tienen? Posibilidad a la vista, imagen proyectada, cuerpo relajado mente abierta ¡allá vamos! “un cerdito, dos cerditos, un segundo tiempo muerto” requisito número Uno para contar cerditos, no ponerles caras conocidas ni mucho menos nombres de los desafortunados.

Una persona coherente me diría que contará ovejitas es lo de toda la vida, naturalmente no me conoce mucho para decirme eso, yo se lo agradezco en el alma, pero estaría todo el rato queriendo callar su “beee” no fueran a despertar a los vecinos, no es grato pasarme la noche con el “shiiissssss callaros por vuestra madre”.

Sí, tal como podemos apreciar, no quiero comprar nada por lo tanto la televisión y sus tele-ventas quedan descartados, los programas musicales han pasado, o me pongo a ver los pueblos terminando de amargarme más por no irme a cualquiera que despierte en mi la curiosidad y la posibilidad de recuperación de los brazos de ese señor Morfeo. Este endiosado majadero de traerme cánticos ensoñadores me atosiga con “Vamos a contar pesadillas tra-la-ra”, mi mente calenturienta ahora mismo tiene una idea muy mala, ya podría atragantarse un poquito con algún hueso de aceituna, y dejar la cancioncilla, con todos sus santos bueyes.

Muy bien, no tengo otra a preparar café, fumarme el resto del paquete, abrir una página en blanco, y hacer una nueva entrada al blog contando mi adorable noche, ¿a quién le puede importar las noches que yo pase? Aquí se asoma una maligna sonrisa a mi rostro, y una risa tenebrosa de esas que te ponen los pelos como escarpias, prefieres que te llame y te levante de tu encantador sueño, no me lo digas dos veces.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Verano

Cuento los días que faltan para que la estación veraniega llegue a su fin, no hay nada como la envidia sana o no tan loable, nada como para sentir una antipatía por una estación como que lleguen todas tus amigas, con la carne teñida en ébano y las ganas de contarte sus fechorías amatorias, sin duda alguna las calores marchitan las neuronas y no se encuentra mejor modo de reparación que un poco de tomar el trapo y quitar las telarañas de tanto invierno y tanto frío. Ya se sabe las recuperaciones con sudor son las mejores.

El verano sin ligar y sin ir a la playa no es tal, ya no hace falta tener un tinto con casera, eso quedó anticuado se debe obtener un poco más de piel al lado, sí, justamente esto es lo que prima hoy en día en cada playa, tener un amante para cada semana, que te lleve y te traiga la toallita y la sombrillita, te de la crema en la espalda y te diga que te ama como nunca antes amó. Sí, señores eso es el verano.

No puede haber vacaciones sin un francés del brazo, una no puede querer ponerse colonia de S3 si puede Chanel, qué descrédito usar colonia fresquita y limpia, una vez acabado el bote llega la hora de pasear por el coliseo romano, ni se les puede negar lo trabajadores que son, pues solo ver la de calzadas que hicieron, acueductos y conquistas que dieron. Llegado a este punto yo me pregunto y lo español dónde lo dejamos, en cual lugar ponemos a ¡nuestra armada invencible!, pérfidas amantes dejándolos de nuevo en el fondo del mar; mientras los grados estén no suena nada mejor que un “te quiero” de mentira en idioma extranjero, no vaya a ser tomado en serio.

La estación veraniega, con sus conquistas y batallas, sus excesos de licores, las aglomeraciones en los bares donde van cayendo sudores, las camas revestidas de palabras vanas, ¡que imagen más apoteósica! A esto se le llama vacaciones.

Aquellos que nos quedamos en casa sin todo ese despliegue de sentimientos pues somos ilusos sin saber vivir de lo bueno, atrás queda el jugar a las cartas y al clavo en el atardecer de la playa, la tranquilidad con su relajación, el ir a cenar a esa tasquita pesquera donde siempre tienes tu mesa y los comensales se conocen por su nombre de pila, las horas pasan lentas sin empujones, en donde no se mide unos días de descanso por los hombres que se conocen, las fiestas y las noches sin dormir en una borrachera.