jueves, 18 de febrero de 2010

En la noche

En la noche cerrada acometen los sueños, en ellos te encontrabas, mis labios sin conciencia exclamaban entre gritos tú nombre, perdiéndose en la distancia del silencio.
Este que solo deja hambre de sonidos y señales.

No cuestiono el olvido, juzgo con voracidad esa inactividad que logra sin conocimiento de causa, arrancar piel y alma. Cómo acusar al ser ansiado de ir asesinando sentimientos, cuando el movimiento de ellos, es causado sin remedio por ese compañero callado.

¿Quién ha levantado un grueso muro? Qué no te permite escuchar la desesperada llamada, ¿quizás mudó tu deseo?
Es posible que al sentir entrega, ¿no haga falta mimarla y cuidarla? De qué forma es valorada.

No son reproches, ni dolencias de mujer, que nunca exigí nada.

Sé bien las leyes del escondite, las normas del cansancio y la desgana que marcha, son años jugando con una vida en la distancia y un fino hilo que nos ata.
Mas dime tú compañero del silencio, cuando conciencia no tengo, como borrar tu nombre de mi sueño.