jueves, 10 de septiembre de 2009

Verano

Cuento los días que faltan para que la estación veraniega llegue a su fin, no hay nada como la envidia sana o no tan loable, nada como para sentir una antipatía por una estación como que lleguen todas tus amigas, con la carne teñida en ébano y las ganas de contarte sus fechorías amatorias, sin duda alguna las calores marchitan las neuronas y no se encuentra mejor modo de reparación que un poco de tomar el trapo y quitar las telarañas de tanto invierno y tanto frío. Ya se sabe las recuperaciones con sudor son las mejores.

El verano sin ligar y sin ir a la playa no es tal, ya no hace falta tener un tinto con casera, eso quedó anticuado se debe obtener un poco más de piel al lado, sí, justamente esto es lo que prima hoy en día en cada playa, tener un amante para cada semana, que te lleve y te traiga la toallita y la sombrillita, te de la crema en la espalda y te diga que te ama como nunca antes amó. Sí, señores eso es el verano.

No puede haber vacaciones sin un francés del brazo, una no puede querer ponerse colonia de S3 si puede Chanel, qué descrédito usar colonia fresquita y limpia, una vez acabado el bote llega la hora de pasear por el coliseo romano, ni se les puede negar lo trabajadores que son, pues solo ver la de calzadas que hicieron, acueductos y conquistas que dieron. Llegado a este punto yo me pregunto y lo español dónde lo dejamos, en cual lugar ponemos a ¡nuestra armada invencible!, pérfidas amantes dejándolos de nuevo en el fondo del mar; mientras los grados estén no suena nada mejor que un “te quiero” de mentira en idioma extranjero, no vaya a ser tomado en serio.

La estación veraniega, con sus conquistas y batallas, sus excesos de licores, las aglomeraciones en los bares donde van cayendo sudores, las camas revestidas de palabras vanas, ¡que imagen más apoteósica! A esto se le llama vacaciones.

Aquellos que nos quedamos en casa sin todo ese despliegue de sentimientos pues somos ilusos sin saber vivir de lo bueno, atrás queda el jugar a las cartas y al clavo en el atardecer de la playa, la tranquilidad con su relajación, el ir a cenar a esa tasquita pesquera donde siempre tienes tu mesa y los comensales se conocen por su nombre de pila, las horas pasan lentas sin empujones, en donde no se mide unos días de descanso por los hombres que se conocen, las fiestas y las noches sin dormir en una borrachera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hooooombre... y luego estan los veranos de atasco en la autopista, domingueros, arena en la tortilla y niños peleandose en el asiento de atras... um, muy poco recomendable, jajajaja!

penelope dijo...

tambien estan los veranos de los "curris" los que trabajamos en la hosteleria y estamos agobiaos cuando todo el mundo esta de relax, los que somos leales a la piel blanquita y desteñida del invierno,en fin cariño acuerdate de como hemos sudao la gota gorda limpiando habitaciones mientras los "veraneantes" pasasaban un agradable dia de playa.Gracias por todo te kiero Penelope