sábado, 12 de junio de 2010

Desprecio

Que falso y cuanta mentira hay en esa frase retórica llena de cotidianidad hueca.

En cualquier lugar no se hace amigos, ni conocidos.

El contacto de la educación no es conducto alguno para crear un sentimiento próximo, sino más bien de una correcta forma de ser sociable, una buena sonrisa y un gesto solapado de ignorancia rancia, llamamos hoy conocimiento.

Si antes cuando tenías un mínimo de inocencia esperabas amabilidad, la copa de nuestros días anda burbujeando de hipocresía, te presento el labio ladeado, mientras te ofrezco el codo y si es posible acelero el trenecito, por si cae alguien a las vías.

Quisiera saber cuantos hay con esa conciencia de sentirse un cero a la izquierda, derrotistas o llorones, ensimismados en un mundo de fantasmas.

Donde la sinceridad no es contemplada, la simpatía esta cegada, el carácter es asexuado, la discreción no es valorada, donde la palabra y confianza es oída con temor.

El cuerpo de élite se manifiesta por su egoísmo, engreimiento llevado a la grosería, revestido de desdeño con el viejo tufo del enjuiciamiento. Emergiendo relucientes con amistades que se las lleva el tiempo.

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