sábado, 3 de septiembre de 2011

Por fin termino el verano

Todo el mundo anhela desesperadamente esas vacaciones, días de descanso, diversión, esparcimiento, esas horas largas donde no tienen cabida los problemas de la vida cotidiana en el trabajo ni se perciben tanto los gritos y caprichos de tus propios hijos. Estas en esa burbuja superflua en la cual no hay salida de escape.

Hace unos años en una entrada debatía sobre dos visiones claras y diferenciadas que encontraba en las vacaciones, en esos momentos me encontraba en la opción de la tranquilidad en tu propia ciudad. Sí, ha pasado el tiempo, hoy no tengo la ciudad como válvula y si un pueblo costero que en nada se convierte de sosiego a pesadilla.

Quejarse en estos tiempos de crisis, sería de una desfachatez y mal gusto extremo, replanteare la cuestión de forma que sea un ejercicio cívico. No todos los pueblos costeros viven del turismo, es un apoyo; aun así hay muchas personas que llegan como si fueran los salvadores, del pueblo con su llegada, olvidando la educación en su casa natural.

Cierto es que con el cambio climático, pasar estos veranos en la ciudad crispan los nervios del más santo, el hecho de estar todo el año pensando en unos días de relajación vacacionales, uniéndolo a al ahorro que has de correr en tu vida diaria para llevarlos a acabo, todo aquellos esfuerzos que cada persona o familia hacen a lo largo de esos meses, con la condición de tener unos pocos días para hacer de ellos un descanso. Es un punto para la consideración.

Disculpémosle por ello, cuando entran en alguna tienda y se les olvida saludar, cuánto cuesta decir un “buenos días o un simple hola me puede cobrar”, sigamos perdonando por pasear sin dejarte pasar, en esos momentos que te chocas por que andan pendientes mas del móvil que de la vía pública, cuando te encuentras con malas caras, porque se hacen los ofendidos al tener que pasar con un carrito de niño y ellos están en una fila esperando una mesa para comer una pizza de 4 euros, ¡perdóneme señor, señora, voy a mi casa con mi niña, disculpe si le tengo que molestar y hacer que me deje espacio por la calle que pago con mis impuestos! No espere le dejaremos el pueblo con las personas justas para que ustedes vengan, con su mala educación, sus malos modos y su prepotencia de creerse los dueños del pueblo, así no tendrán nada que le molesten en esos días en los que ustedes, me quitan mi espacio.

La educación como he dicho antes la dejan encerrada con lleve en la casa, el civismo de saber convivir en una hábitat con otros seres, lo dejan olvidado por que ellos están de vacaciones y da lo mismo que ocurra con las personas que me rodean mientras yo haga mi santa voluntad, eso es estar de vacaciones. No hay discriminación en si son españoles o extranjeros, todos se creen con el derecho de que en alguna forma tu que vives aquí durante todo el año, has de modificarte para ellos, ¿disculpe?

A que extremo hemos llegado.

En los pueblos costeros se les ofrecen una infraestructura para que lleguen y tengan unos días acorde con lo que sueñan, pero de ello a que se tomen “ancha es castilla” hay un mundo de saber estar. Se dice que no hagas en casa ajena lo que no quieres en la tuya, cuan olvidadizos nos volvemos a la hora de descansar. Qué hay crisis monetaria y hemos de perdonar todo, no creo que esta sea la solución, más bien pienso que la crisis es humana.

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