jueves, 1 de septiembre de 2022

Vértigo


Vértigo, no, no lo tengo, desde esa noche, nada me puede dar vértigo otra vez.

Esperan que ante una pregunta así confirme lo que ellos quieren escuchar, pero, no.

Me es imposible complacerles, uno porque nunca fui muy dada a ello, seguido y lo más importante, no miento.

Últimamente, también escucho mucho, “se ve en ti...” cuántas cosas se pueden ver en una persona, que apenas conoces de nada, solo de un trato superficial u ocasional, y que, de destreza visual para ver tanto, de lo que una misma ni se ve. Y no es que estemos los propios ciegos, es más bien cuánta facilidad hay, hoy en día para hablar sin sustancia alguna, por el simple gusto de quedar bonito. Por supuesto no todos los que dicen, dicen mal, o dicen sin ver, o dicen por decir... salvando esta obviedad, vayamos hacia aquellos de los de tanto hablar y decir se quedan en nada.

Sí, a las horas o días de discurrir al endulce de tus oídos y sentidos, son palabras y frases compuestas como si de cromos repetidos se trataran, para en esas horas o días ya más tarde, olvidada tú, caramelizarán otros oídos. Otros después de ti, serán más valiosos, ¿se dejarán ver mejor? O simplemente es casualidad. Puede, será el intento vano de manipulación entusiasta del halago, que incentiva el verse o creerse maestro de tú destino.

Ah, cuánta mala suerte, debe tener una, sí lo que dijo, dejado está en un olvido. Y todo esto sería un comentario de burla simple instantáneo y lejano, si la vida de una misma no se viera compuesta por los vaivenes estacionales y ligeros de aquellos olvidadizos. No, no dais vértigo, vosotros, no.

Ustedes si dais, dais...

Nada.


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