martes, 17 de marzo de 2009

Primavera, blanca que te quiero blanca

Como cada año, ya casi estamos en primavera, total por tres días es como llamar a una puerta y esperar a que te abran.

Si en invierno en ese transito nos da por los armarios y sus arreglos de guardar ropa, sacarla, preparar mantas, cortinas, enseres de la casa y un largo hacer y deshacer. Cuando nos llegan los días soleados, las buenas temperaturas y las ventanas abiertas de par en par, se nos cruzan los cables. Es como el corto circuito y en vez de tener las hormonas inflamadas de pasión, vemos el erotismo en las latas de tintan lux.

Revestimos nuestros cuerpos con ropa vieja, en vez de darle color y suavidad a la piel, pues se quiera o no, manchas habrá que nos las puedan quitar ni el calvo más pintado ni el osito más mimoso. En algunos casos, se llama a ciertos caballeros para tal encuentro, llegando ellos con sus monos de faena, palos, cubos y brochas. Señores que tienen una habilidad en sus brazos dejándote encandilada con el sube y baja estirar, contraer.

Es como una letanía hipnotizante, hasta que te das cuenta de esas gotitas traicioneras, y nos vemos corriendo a por el cubo de agua y la fregona, las losetas, la madera, el bolso de las tardes, los muebles, ¡pero si estaban enfundados en sendas sábanas viejas! Mas todo lleva esa marca de nieve, y es que tu casa en un momento se ha quedado sin techo, ya no vives en una apacible ciudad o pueblo, no, ya estas en la misma Sierra Nevada y todo lo que cae es blanco y no es agua.

Y tu cuerpo se convulsiona, con una rapidez corriendo de un lado a otro, ya no te importa los buenos músculos, ni las voces roncas, solo es quitar manchas, mocho en las manos, paño en el sobaco.

El mejor momento está por llegar, siempre se rompe algo ¿pero no lo había retirado todo? Es invariable que le hayas tenido menos aprecio a ese cachivache, en el momento que lo has visto destrozado ya es una de las obras de arte de tu casa. Aun que sino recuerdas mal era un regalito de fulanita a la cual no puedes ni ver; te lo compró por quedar bien en las tiendas de los souvenir y es feo de verdad…aun por mucho pensar tu rostro se queda compungido en vez de aliviarse, mientras lo recoges con la escoba y miras de reojo como si quisieras echar un mal de ojo.

Ya cuando por tus doloridas articulaciones descansan en el sofá, tu mente solo piensa en miles de masajes, llega la noticia, “mañana volveremos sobre las nueve, para terminar”.

Sonríes como si tuvieras esa máscara endiablada entre el lloro y la risa histérica, mirando el reloj son las seis, ¿Cuántas horas llevas moviéndote como si fueras una peonza multicolor? La pintura caída, el agua en el suelo, el que no te hayas caído ha sido por puro milagro por que piruetas hiciste varias, si hasta saboreaste el sabor de la pared, tú cara quedó pegada a ella como si fuera una calcamonía, ¡y estaba pintada ya! Recolocar los muebles, con los ojos desorbitados por si algo les pasaba, pues una cosa es la rotura de algo insignificante y otra muy distinta los muebles de madera buena, ¿por que todo el mundo se piensa que pones tu casa con Ikea? ¡Cómo no ven la diferencia!

Imposible decir “mañana será otro día”, la igualdad o el empeoramiento puede caber en ese porvenir.

Tus tripas comienzan a sonar, ¿has comido? Una de esas risitas malévolas aparece por la garganta, ¡que buen día para comenzar la dieta! Después de todo no te hace falta ir al gimnasio, con pintar tu casa ya tienes el ejercicio necesario y faltan cuatro días más, te vas desparramando de puro gozo en el sofá, “sí, sin duda podré enfundarme en esos pantalones para la próxima semana”

Sí, blanquear la casa puede ser un infierno, pero también un peldaño a los cielos, según mires la ropa que no te entra.

2 comentarios:

El Romancero de Joana dijo...

Um, si, mal rollo lo de pintar, pero... al fin es primavera!!! Besotes! ;)

Pilar Cabero dijo...

No pienses en eso. Disfruta de lo bonita que te habrá quedado la casa.
Besitos.