Sabéis esa sensación de ladrillo
en la barriga con el lagrimal todo tonto y por más caladas dadas al cigarrillo
no se van. A puntito de llorar sí señor, llantina tonta desquiciada, sentimental
pastosa, relajante con una dejada después de culpabilidad.
Uno debe llorar con razón tangible,
dura, real y no por una película, recreando una historia ficticia, vamos, sería
lógico, normal, elocuente, de sentido común. Pero quién comprende esas
emociones removiendo las carnes, venas, sangre, sentimientos, quién puede
refrenar la emoción conmovida; un témpano,
un ser frío, calculador, metódico, lo que casi todos deseamos y unos pocos llegan a ser.
Genial entonces voy a por el
pañuelo, porque entre el resfriado y la tontura cinematográfica, me veo con la
cara manchada de rojeces. Respiro hondo, pensando lo maravilloso de estas tres horas largas viendo dos películas tan dispares
entre sí, dejando en su final un montón de sonrisas unas más alegres, otras
bordeadas por la tristeza. Unidas por un mismo tun-tun del corazón ¡qué
bonitas! ¡Qué pedazo de noche!
La primera fue de esas para darte el gustazo, sea dicho claro, que te vuelven loca o loco los actores, por supuesto esto con primeras y segundas intenciones. Cogí un babero para no estar manchándome la camiseta ni humedecerla, ya perpetrada en el sofá le di al play de "Turn left turn right" Martilleo nervioso en el pecho, primera imagen en acción, martilleo más sonoro, preciosa poesía en el diálogo, antes de ver el rostro de Takeshi Kaneshiro. Boca abierta al completo, cierto es que al principio me pareció rara, aunque fueron los primeros cinco minutos de hacerte conocer a la protagonista. Como he dicho antes la poesía del comienzo una belleza. La historia preciosa, su manera de tratarla el director exquisito, fotografía, música una pura coreografía. Sí, he mojado el babero, tanto por el actor (suspiro tonto) como por la película misma. La buscare para comprarla, regalándomela como uno de esos caprichitos, de Navidad o Cumpleaños.
Quería más y fui a dar con esas,
tan comentada, tan elogiada, que por tanto escuchar hablar de ellas se te
quitan las ganas de verla. Se podría decir, hoy era su día. El baberin se volvió
pañuelo, el corazón se encogió de tal forma cabiendo en un puño, el peso del
estómago con una respiración entrecortada. Creo sinceramente esta noche era la
propia, para disfrutarla como una enana, a pesar de toda esa tristeza con un
regusto amargo de saber que acabas de ver una película con mayúsculas. Pero todo
esto ya lo saben miles de personas, pues la vieron mucho antes. Bien nunca es
tarde para maravillarte con “Expiación, más allá de la pasión”
No voy a entrar en detalles, solo
os diré haced memoria y recordad, conoceréis así un poco mi sentir y opinión.
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