martes, 6 de noviembre de 2012

Clásicos monótonos.


Cualquier gesto o acto que repitas y repitan una gran parte de la especie humana, se podría catalogar en dos vertientes muy dispares ¿monotonía o clásico?

Quien no se siente tentado un día gris lluvioso, ante la posibilidad de sentarse en el sofá con una manta a ver una película o bien leer un libro,  acompañado de un buen café, té o chocolate caliente. Es un reflejo cansino o una estimulante sensación de bienestar ante un día desapacible. ¿Ante el mal tiempo necesitamos la calma y su calidez? O simplemente es un hábito genético en cada ser humano llamado. No, no voy a entrar en la grandiosidad comparativa de las especies animales en este tema, seamos consecuentes y por lo tanto sólo nosotros contemos.

Naturalmente dentro de la dinámica actuamos de distintas maneras según ya nuestro sexo.

El hombre un día gris esta con el morro en modo activo, todo le suele molestar, no cabe la posibilidad de salir con los amigos de copas o sus hobbies a menos que sean en una bolera, si queda en casa va gruñendo y sintiéndose un animal acorralado. Cuando se tira en el sofá se estira todo él, poco le importa si una se quiere sentar en el sofá, pasa instantáneamente a ser simplemente de su propiedad, otra de las cosas de la casa que son suyas por derecho propio es el mando de la tele, por lo tanto nada de niñerías y romances. Hoy se verá acción en películas o bien canales de motor o esos que se ven a muchos de ellos haciendo algo que luego ni se comprende ni se sabe para qué sirven. Pero que ellos se lo pasan a  lo grande sintiéndose los reyes del mambo. A este estereotipo los llamo “Equipo A de los que no salvan ni ellos”

También están los de “hoy quiero que me admires” Se les ve venir desde lejos, sí, justo estos son todos lo que han esperado meses y meses para hacer algo en la casa, una se ha pasado recordándole cada fin de semana que tenía mil cosas que arreglar, bien fuera enchufes, luces, cualquier desperfecto, limpieza u obra en el hogar. Pero nunca encontraban la ocasión perfecta por una excusa u otra siempre faltaba algo. Llega ese día de lluvia cuando salir al jardín es poner el suelo de dentro lleno de fango, cuando arreglar la cochera es de locos ¡se van a mojar las cajas de cartón! O los enchufes y sus cortes de luz cuando en realidad lo único que le quieres gritar es ¡me dejas leer tranquila o ver la película! Si no sabes donde están las herramientas para que te pones. Si te tengo que estar ayudando y quitando las cosas que dejas en medio, hubiera llamado a otro que me cobra pero no me estropea mi día. Y al finalizar te vienen con esa cara llena de satisfacción, orgullo, con el pecho fuera a ti solo se te ocurre pasarle la mano por el hombro y pensar “si mi amor, y el año que viene me arreglas lo que hoy me has destrozado”  

Vamos a analizar los “No te preocupes”, encantadores natos, no quieren molestar ese día gris, se entretienen con lo que una quiera, es decir si te ven leyendo un libro, se guiaran por ti y cogerán otro. Cuando sonrías o pases una página, ellos seguirán en la misma y querrán comentar contigo que tal tu lectura, incluso llegaran a interrumpir la suya en todo caso de que avance en realidad, para leerte un párrafo que le hizo mucha gracia, que sagacidad cuanta inteligencia. Si por el contrario estáis viendo esa película, estará removiéndose a tu lado, tirando de la manta para taparse y volviéndola a poner bien porque te la ha quitado, “yo te tapo mujer, que no te enfríes” carraspeara en cada beso o te preguntara cada ratito “¿eso os gusta a las mujeres?” o el  “pues no es tan guapo, no sé que le veis” El colmo si en alguna de esas ocasiones se queda quieto y sin ser encantador, le llega el sueño y entre ronquidos y espavientos simultáneos, ni ves la película ni mucho menos puedes leer un ratito tranquila. Qué haríamos sin él.

Ya por ultimo llegan los “Tú no me quieres” los facilones, hombres que no se mudan del chándal de estar cómodos por casa o del pijama, apenas les sientes los pasos y ya están en la cama otra vez, pero luego cuando a la tarde noche se han despertado se sienten ofendidos. Porque le dejaste dormir. Él te avisó de que sólo era media horita para pasar luego las horas del día a tu lado, pero tú prefieres estar sola con tus cosas que no puedes compartir. Si es que las mujeres son muy malas y no les queremos nada. Total no escuchamos cuando nos dicen, ni tenemos ese séptimo sentido para ver por las paredes de la casa y ver que ellos están en los brazos de Morfeo y mucho menos tenemos el don de leer en las mentes o sueños para ver que prefieren estar con nosotras. A  ese santo chándal o pijama que se pega a la cama y sus sábanas.

Cuánto da un día de lluvia, un clásico entre los clásicos de la monotonía de vida humana y sus sexos. 

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