Me compré una preciosa
bolsa de tela, en la librería este medio día, es blanca de algodón
con una imagen de “El principito” y su correspondiente frase en
francés, hombre hay que ser purista si se puede. Las próximas
bolsas las quiero una de “El Quijote” y de algún poeta si
encontrará de Bécquer sería muy feliz, otra de Virginia Woolf,
luego pasaría ya a mis escritores Victorianos. Pero hoy compré esta
y la estrené nada más salir de la librería.
No, no es lo único, en
verdad lo más importante fue un Regalo que me hizo Rita.
Sí, me hicieron un regalo, a mí, había olvidado la sensación
que se tiene al recibir un gesto esporádico maravillosamente
embriagador. Me siento anonadada, emocionada y nerviosa, inclusive
con ese pequeño lagrimeo incontrolable. Siento mil impulsos dentro
de mi indescriptibles, a los que no logro poner adjetivos, para dar
una explicación, y aun con todo ello, quisiera dejar constancia de
ese momento tan bonito y maravilloso vivido. Me abruma, necesito
ofrecer otro gesto parecido, cargado de estos sentimientos para
demostrarle lo agradecida que me encuentro, y no sé cómo, pues todo
lo veo insignificante en comparación.
¿Conocéis esa
sensación, de estar repleta, llena en todos los sentidos,
inmensamente rica, con lo que se tiene nada más? ¿Equilibrada? No,
yo no estoy equilibrada, son esos desbarajustes de muchas emociones
lo que me hace especial hoy. Y se lo debo a Rita, mi librera, aquella
con quien hablo de libros, de autores, editoriales, de los recuerdos,
del cómo nos lleva la vida día a día, de preocupaciones, de mil y
dos cosas que nos llevan dando vueltas, todo lo abarcable en una
sonrisa o dibujada en una mirada de comprensión.
Gracias.