lunes, 7 de noviembre de 2011

Leyendas con encanto.

Lo mejor de las leyendas, son en sí mismo su belleza mágica que las envuelve.

Según la RAE su definición es en este caso concreto: 4. f. Relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos.


En uno está el creer a pies de puntillas o no lo que se ha leído, pero casi todo el mundo al término de la lectura, se queda con la sensación de embrujo, esa pequeña hechicería que te trae recuerdos de la niñez, cuando nos contaban los cuentos, sí un poco de esa añoranza.

Hoy estuve buscando varias leyendas, unas de mi ciudad de nacimiento otras del pueblo donde vivo hoy en día, he tenido una mañana de convalecencia y no sé mejor modo de hacer pasar las horas que dejándote llevar por su delicadeza. Pase varias horas disfrutando como era lo normal, unas más bonitas que otras, sobre todo aquellas que aun están escritas en un modo romántico y no como si fueran el prospecto de un medicamento. Bueno… es casi perdonable, después de todo a muchas personas no les gusta escribir o no tienen el interés de embellecer la leyenda.

Le quita la brillantez pues si pero es cuestión de gusto, como digo es perdonable, pero lo que ya no admito en ninguna forma. Es que después de contarme encima la leyenda sosamente, me venga y me cuente la realidad de lo que ocurrió de algún detalle.

Disculpa quien te ha pedido la ¡verdad en una leyenda!

Yo busco la tradición no datos concretos verdaderos, si ya en cualquier modo me da algún sentimiento de curiosidad por la leyenda que no por el soso escrito ya buscaría en la historia, pero no tienen derecho de machacarme algo que en definitiva debe ser mágico y no una visión racional de los hechos.

¡Qué manía con querer hoy en día todo políticamente razonable!

domingo, 6 de noviembre de 2011

De rechupete

Quién me lo iba a decir, tengo un mes con muchas cosas interesantes, de esas que me gustan a mi más que una pizza o un bocata de atún.

Mi hermana que ha llegado a tomar ese café dominguero, me anunció en modo sorpresa que igual el miércoles, nos zampamos el museo nuevo de Carmen Thyssen, podrían pensar que si me lo cuentan no hay sorpresa, posiblemente pero como yo soy quien la recibe con el mismo entusiasmo de verme de sopetón en las puertas, pues me ha encantado la idea. Esto quiere decir hacer una hucha para los marca-páginas, postales y demás detallitos en venta en la tienda, ¿os he contado alguna vez que me puedo pasar horas y horas en un museo? ¡No me duelen los pies! Y si soy totalmente sincera incluso puedo aburrir a mi acompañante, que soluciono con esa cara de buena he inocencia por lo general, con el consabido soborno de un café de los buenos. Aún es domingo y yo estoy emocionadísima, no puedo negarlo.

Se apagan las luces, sube el telón el escenario se va iluminando poco a poco y Bibiana Fernández con Loles León, me regalaran una noche, de teatro. Hace meses que no me siento en una butaca, ni escucho el timbre de aviso del comienzo, claro que tampoco he aguantado a esos espectadores que llegan tarde y por costumbre han de pasar por tu lado, aun cuando la fila por el otro extremo no esté llena o se moleste menos. Te resignas, pero en realidad tienes muchas ganas de decirle algo ofensivo, si yo soy capaz de llegar a mi hora, no viviendo en la capital, porque puñetas ellos no. Con “disculpe” todo lo solucionan si es que tienen la educación de darlo al menos, pero no hay excusa que valga para llegar tarde a una obra. En fin voy al teatro es lo que cuenta, a soñar, divertirme, reírme y pensar, pero sobre todo a disfrutar de dos pedazos de actrices que no se han ido para hacer los océanos americanos, gracias a dios.

Esta nueva moda, de hacer una película y cortarla para tener dos partes, no sé yo con cual fin, el de enganchar más al espectador, el de aburrirnos, o simplemente porque hay que estar en los tiempos modernos y fastidiarnos un poco a aquellos que andamos esperando el fin de la saga crepúsculo en cine. Iré como una quinceañera a ver al colmillitos rubio, eso sí puede que tenga esa hormona similar, pero me niego a ir el día del estreno para obviar los gritos de “guapo, quiero un hijo tuyo” o exclamaciones semejantes tanto al colmillos como al lobo. Porque seamos críticas y objetivas, anda que no se ha puesto Jacob musculoso, en dos se abre la veda ya. No como en el comienzo que era él rubiales, y no digo esto en tono despectivo, que a mí no me gustan los rubios como he repetido por activa y pasiva, más cuando veo a Edward en pantalla, me entra la morriña de suspirar con un “ais, quien fuera la mordida”, alguna noche de estas dejo la ventana abierta por si cae la breva.

Noviembre que mes más interesante cuantas cosas me trae.

sábado, 5 de noviembre de 2011

El Club


Una lectora, procura siempre que quien la rodea lea en la mayor medida de sus posibilidades. Yo inculque la lectura a mis sobrinos desde pequeños, algunos lo han dejado y otros lo han retomado, esta noticia me hizo inmensamente feliz, no solo porque lo vea como algo bueno para ellos, sino también por ser un acto que podemos compartir entre otros que ya tenemos en común.

Se retornó con la saga Crepúsculo, aplaudo el hecho de que una saga de libros sea una u otra ayuden a fomentar que personas que han dejado de lado la lectura la retomen, dando paso a otros escritores de distintos géneros. Hasta aquí es lo perfecto, mas cuando se encasillan en un sólo tema el asunto comienza a perturbar o más bien a desprender un pequeño tufillo oloroso.

No sé quien dijo “si no encuentras algo de tu interés créalo” o algo parecido, le estoy eternamente agradecida. Pues me ha dado el impulso, aquí en el pueblo que yo sepa no hay club de lectura, por lo tanto si hago una mini liga de club junto con mi sobrina y una amiga suya, a la cual le encanta leer, con un poco de mano blanda puedo ir introduciendo, otros libros con temáticas distintas a las vampíricas, no sería un acto de egoísmo propio sino más bien una forma de diversión.

Aquí se riza un poco hace dos años ambas obtuvieron un clásico de Jane Austen, no hay que contar que fue dejado en los primeros capítulos, por lo visto Mrs. Darcy no captaba la atención suficiente en sus trémulos corazones, después de tanto colmillo, quedaba un tanto soso, desvaído, insulso.

Es por todos mis amigos conocido el amor que yo le tengo a ese caballero, esto da que pensar en una postura impuesta a la fuerza por mi parte, está fuera de toda realidad, la idea no era esa sí el dar un paso hacia Cumbres borrascosas, con algo de terreno conocido, para que no se enfrentaran a un consabido “lo dejo” que era lo temido por mí, en ellas estaban las ganas ya que esa saga archiconocida habla de la obra más conocida de Charlotte Brontë. Pero todo lector que haya leído ambos libros, sabe que hay un escalón demasiado alto entre uno y los otros libros.

Pues bien, todo tiene su tiempo y es una verdad como un templo, el club de lectura de estos tres miembros tan diferentes,en personalidades,ha decretado que el primer libro será Orgullo y prejuicio,clásico entre los clásicos, un poco porque pienso que ya es hora, de ir hacia la literatura victoriana, con la esperanza de que cuando llegue Cumbres,se apasionen con ese amor torturado de Heathcliff.

Tenemos un mes de Diciembre para un solo libro y a su terminó una cena, hay que darle motivación a los cambios literarios, es un hábito que merece la pena nutrirlo ya sea con las trampas que una tenga en la mano o se las saque de la chistera.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Otoño costumbrista

Llegaron las tormentas con su inestimable agua, estamos en un otoño que se asemeja al invierno.

Siempre se me antoja un colorido brillante, pero este año sus matices son completamente distintos, desde mi balcón veo una bella sierra donde los ocres se pierden entre el verdor, camuflándose en las distintas tonalidades del Mediterráneo.

Sumergida en el romanticismo del paisaje con sus emociones, me envuelve las ansias de calentarme la piel entre los fogones, comienzo con recoger las recetas más dulces para esas tardes grises aguadas que nos esperan, las comidas imaginadas sazonadas con una pizca de picante que caliente el alma, esperar la mesa llena de comensales adormecidos con el aroma del té. Encaramados en las conversaciones.

Sería lo placentero la idealización de un rincón acogedor, mas toda imagen perfecta tiene un diablillo danzando, en mi caso consta de tres. Pajarillos que cuando no se les hace sus carantoñas mimosas en el momento que a ellos se les antojan, acometen con sus trinos llegando la cansina exclamación de “que pesados ponles el trapo para que callen” y aquí la perfección se convierte en dura realidad, esa sobremesa sacada del encanto del siglo xix entre romanticismo y degustación del momento, se ve privada en pocos minutos por lo que antes era llamado “encanto” y hoy se traduce en “molestia”.

Así es prácticamente imposible seguir en esa copia barata, de una filosofía de vida hoy en desuso, no es otro que encontrar maravilloso ese momento compartido, aun cuando pueda recorrer por los pasillos fantasmas de tormentas personales. Llega el tiempo del recogimiento entre amigos de lo idílico dejando de lado cualquier modo de diablejo travieso o molesto. Es hora de taparse con la ropa de la mesa camilla, recostarte entre cojines en el sofá, dejándose llevar de esa época en que lo rápido no existía y si la complacencia en los instantes que regala el tiempo, aun cuando no sean perfectos.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Por fin termino el verano

Todo el mundo anhela desesperadamente esas vacaciones, días de descanso, diversión, esparcimiento, esas horas largas donde no tienen cabida los problemas de la vida cotidiana en el trabajo ni se perciben tanto los gritos y caprichos de tus propios hijos. Estas en esa burbuja superflua en la cual no hay salida de escape.

Hace unos años en una entrada debatía sobre dos visiones claras y diferenciadas que encontraba en las vacaciones, en esos momentos me encontraba en la opción de la tranquilidad en tu propia ciudad. Sí, ha pasado el tiempo, hoy no tengo la ciudad como válvula y si un pueblo costero que en nada se convierte de sosiego a pesadilla.

Quejarse en estos tiempos de crisis, sería de una desfachatez y mal gusto extremo, replanteare la cuestión de forma que sea un ejercicio cívico. No todos los pueblos costeros viven del turismo, es un apoyo; aun así hay muchas personas que llegan como si fueran los salvadores, del pueblo con su llegada, olvidando la educación en su casa natural.

Cierto es que con el cambio climático, pasar estos veranos en la ciudad crispan los nervios del más santo, el hecho de estar todo el año pensando en unos días de relajación vacacionales, uniéndolo a al ahorro que has de correr en tu vida diaria para llevarlos a acabo, todo aquellos esfuerzos que cada persona o familia hacen a lo largo de esos meses, con la condición de tener unos pocos días para hacer de ellos un descanso. Es un punto para la consideración.

Disculpémosle por ello, cuando entran en alguna tienda y se les olvida saludar, cuánto cuesta decir un “buenos días o un simple hola me puede cobrar”, sigamos perdonando por pasear sin dejarte pasar, en esos momentos que te chocas por que andan pendientes mas del móvil que de la vía pública, cuando te encuentras con malas caras, porque se hacen los ofendidos al tener que pasar con un carrito de niño y ellos están en una fila esperando una mesa para comer una pizza de 4 euros, ¡perdóneme señor, señora, voy a mi casa con mi niña, disculpe si le tengo que molestar y hacer que me deje espacio por la calle que pago con mis impuestos! No espere le dejaremos el pueblo con las personas justas para que ustedes vengan, con su mala educación, sus malos modos y su prepotencia de creerse los dueños del pueblo, así no tendrán nada que le molesten en esos días en los que ustedes, me quitan mi espacio.

La educación como he dicho antes la dejan encerrada con lleve en la casa, el civismo de saber convivir en una hábitat con otros seres, lo dejan olvidado por que ellos están de vacaciones y da lo mismo que ocurra con las personas que me rodean mientras yo haga mi santa voluntad, eso es estar de vacaciones. No hay discriminación en si son españoles o extranjeros, todos se creen con el derecho de que en alguna forma tu que vives aquí durante todo el año, has de modificarte para ellos, ¿disculpe?

A que extremo hemos llegado.

En los pueblos costeros se les ofrecen una infraestructura para que lleguen y tengan unos días acorde con lo que sueñan, pero de ello a que se tomen “ancha es castilla” hay un mundo de saber estar. Se dice que no hagas en casa ajena lo que no quieres en la tuya, cuan olvidadizos nos volvemos a la hora de descansar. Qué hay crisis monetaria y hemos de perdonar todo, no creo que esta sea la solución, más bien pienso que la crisis es humana.

sábado, 4 de junio de 2011

Pedro Salinas

A VOZ A TI DEBIDA

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.


Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.


Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.


Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».


viernes, 3 de junio de 2011

Viaje movidito 1º parte

Prometo hacer caso a los refranes, si me parecen bien o no.

“Nunca dejes para mañana lo que se pueda hacer hoy” sería la entrada completa a la recién ida a mi ciudad.

Para comenzar debería situarme al día anterior a la marcha, es decir esas horas en que esta mujer, decide hacerse todos los arreglos femeninos convenientes a una salida con un amante, pero en este caso es un viaje, nada que ver una cosa con la otra, sin pensamiento de tener una cama sabrosa. Solo el sentido práctico de la fatalidad y que si por alguna circunstancia debo pasar por manos medicas me encuentren lo mas femenina posible, si señores, loca total, pero esa soy yo. No vayamos a entrar en intimidades, poned un poco de maleficencia en vuestra imaginación.

Tocaba a la vez dejar a mi lorita preparada para esos días de ausencia, pues nadie se piense que el silencio es que la deje volar, esto equivalía a buscar más bebederos y poner una cubito más de comida a rebosar, el caso es que el tiempo se agotaba y yo enfrascada en mi, decidí dejar para la mañana siguiente junto con la mitad de la maleta estas pequeñas compras. Ilógicamente me vi reflejada en el corre caminos, sin ver que es un personaje animado y yo solo tengo dos piernas. Situación llegar sudorosa después de la ducha a la tienda, esperar en la cola de caja con los focos que impregnan el ambiente de unos grados más de calor, esto quiere decir cabello pegado sin volumen alguno, salir a la carrera a por el horario de autobuses, darme el susto de la capital cortada por los hombretones de la armada española y dejarme sin saber a que hora llegaría, con la idea de hacer rápidamente trasbordo para Sevilla. Llegada a mi casa con tres bolsas, las manos sudorosas, el aliento entrecortado, las pantorrillas diciendo “nena ponte a dieta” y mi rostro coloradito sin tomar el sol en la arena.

Decidir si otra ducha, un cigarro o rematar la maleta, qué hacer pues lo común dejarme caer en el sofá que vengo reventada, la mañana tiene muy pocas horas para hacer tanto y falta aire en el cuerpo. Ánimos en el cuerpazo y otro esfuerzo al final con tanto ajetreo para que apuntarme al gimnasio; arreglar la supervivencia de mi lora Fortunata, terminar la maleta, ducharme otra vez, cerrar la casa, bajar la maleta y cuando digo maleta es de las grandes, nada de chiquitas, correr a casa de mi sobrina para vigilar a mi ave necesita mis llaves, recordar que no eche el tabaco en el bolso subir a casa otra vez, encenderme un cigarro y recorrer las calles hasta la estación pues para que llamar a un taxi que te da toda la comodidad que una espera, si después de todo de mujer he pasado a mula.

Suspirar tranquilidad, sentada en el asiento por la carretera que me lleva a la capital, seria lo esperado, sí, pero con tan mala suerte la mía. Este señor conductor tan amable debería repasar un poco los aires que van en su vehículo, de calor apremiante pase a congelador.

Llegada sintiéndome un paquete de comida para descongelar, para colmo no alcance a ver a ningún militar con los galones en los hombros, desperdicio total una pensaba en recrearse la vista, por que seamos claras en la estación no abundan las miradas de mas de un segundo. Vuelta a poner las pilas en las piernas, en los brazos se dice que el carrito es cómodo, daré un sí cuando no lleve una maleta que pese tanto. Comprar los nuevos billetes, salir a la calle a buscar a mi sobrina para comer, pararme fumar un cigarro en la espera, recoger dos veces la maleta caída del suelo, si es que… ¡como no me lleguen las pinturas intactas pego la voz en el cielo!

Descanso comida, en los restaurantes deberían de avisar que si una pide carne es de cerdo, no voy a andar con la pregunta en la cabeza digo yo, sobre todo por que no como cerdo, por lo tanto mi capacidad va hacia las vaquitas o variedad de otras carnes no al animalito ese. Pero no, se ve que esta de oferta y son las carnes predilectas, así que plato sin comer con el hambre que llevo, eso si es pecado.

Disfrutar de la compañía era el consuelo.

jueves, 2 de junio de 2011

Mochila de verano

Faltan pocos días para comenzar el verano, otra estación pasando con pena y gloria en la circunstancia de la vida. Su movimiento se podría marcar en un pentagrama con el sonido de las notas, tan fugaces o penetrantes en otras, incapaz de recordar la partitura una vez pasada, solo queda un leve soniquete de lo que fue y la certeza irrevocable de finalidad.

Rellenar con ideales o fantasías futuras, esperanzas, deseos, es lo que nos queda. En este periodo siempre he procurado dedicarlo a esa mochila de lecturas en las que una debe leer con la misma lentitud en la que pasa las horas de calor, serenas con esa flama lánguida. El año pasado me predisponía a comenzar con los autores alemanes, qué nadie me pregunte si lo hice, pues la respuesta es una rotunda negación, no fue debida a la desgana, si a la incompatibilidad de encontrar libros en este pueblo de dichos autores.

Al final me veré en la tesitura de ir comprando en las librerías online, que poco sabor tiene esa imagen, insulsa marcando con un ratón el pedido, pero a la vez cuanto adelanto, dos figuras casi incompatibles y unidas en una sola. Es la ley de la vida, perder para ganar en otras.

Mientras sigo escribiendo me hago la misma pregunta cuáles autores tocarán este verano, en qué lectura encallaré. Respuestas que llegaran al finalizar la estación.

Debo sacar la vieja mochila.

sábado, 26 de marzo de 2011

Sin sentido.

Llevo un mes y medio buscando cada sábado, una nueva imagen para el blog, un cambio con la idea de que ello me haría escribir todas esas entradas calladas, arrinconadas o por descubrir.

Por mucho buscar, en ocasiones no se encuentra. Las veo encantadoras y con estilos diferentes, entrantes por la vista, pero aun así es como si una gran señal aporreara mi interior en un “parar”, no hay en ellas identificación de mi persona, por muy llamativas divertidas que sea la nueva plantilla, no sería yo. ¿He de ir con los cambios, sin un sentido?

Hoy voy a parar esa búsqueda, por muy inconformista que se pueda ser, no es necesario llegar a la ceguera, para comprender algo tan vital. Cuando no se encuentra y por cabezonería se ha de ir con la corriente, pierdes parte de tu identidad; el blog es algo tan personalizado en una persona como puede ser esa pequeña o grande habitación que consideramos propia, nuestro agradable rincón. De qué puede valer decorarlo de nuevo, si con ello no dices nada de ti. Cuántas veces en esas revistas donde hemos visto esas casas suntuosas, decoradas con tanto estilo, hemos pensado que son de papel, nada habitables, nada confortables, bellas pero tremendamente frías. La imagen en donde ponemos nuestras ideas, sentimientos o locuras, no es transferible a esa ¿casa?

No hace falta un cambio de plantilla en la que no se me identifique, con ello no lograría escribir más asiduamente, sería como entrar en un gran escaparate donde no se puede comprar nada. Prefiero quedarme con esa imagen anticuada, sin luminosidad, donde el confort llega por lo conocido. Buscaba en el exterior dejando el interior sin tocar y es aquí el error.

Sí, ansiaba un cambio y creo que ya lo encontré.

domingo, 20 de marzo de 2011

Trufas para celebrar


Mi padre, solía traerme entre varias chucherías si se pueden llamar así, trufas, un paquetito con una lazada que era de lo más bonito a mis ojos. Nunca dejaba que lo cortara con el cuchillo o las tijeras debía deshacerlo yo misma, abrirlo poco a poco, dejándome ver lentamente ese dulce que dentro de mi particularidad adoraba.

Cada ocasión seria catalogada como especial, pero dado el día de hoy, vayamos a la celebración del santo oral. Por años me encontraba en la situación de ver, como mis hermanos celebraban o tenían felicitaciones una vez al año indiferentemente de ser su cumpleaños, todos menos yo en mi casa, hasta un día en el cual mi nombre se había santificado en femenino. Mi padre me dijo esa mañana que me arreglara para salir por la tarde, salir con él se comparaba para mí con ir al parque a ver las palomas, divertido, excitante, un pequeño mundo dentro de un gran mundo diario.

Me llevaba de la mano por el centro nos metimos por la catedral hasta llegar hacia esa calle larga de Franco, a mitad de ella había una pastelería pequeña casi pasaba desapercibida, donde los pasteles estaban hechos a mano cada mañana, en un aparador se encontraban las bandejas de trufas, podías ir eligiendo cuales serian las deseabas, mientras las iban colocando en una bandejita la cual cubrían y envolvían con ese lazo. Yo lo iba abriendo mientras caminábamos hacia la Campana, me sentaba en su gran cafetería y mientras él se tomaba su café, yo tenía ante mí una gran copa alta o vaso alto con filigranas de batido de nata. Esta fue la rutina durante años mientras ambos coincidíamos en Sevilla el día de mi santo, no importaba si la edad me había convertido en una mujer, esas trufas y mi batido era una de las mejores salidas con mi padre. Tampoco importaba de que habláramos, conmigo hay que hablar se quiera o no, me pone nerviosa el silencio, nuestras conversaciones se veían interrumpidas por viandantes que se paraban en nuestra mesa a saludar a mi progenitor, a darme a mi mientras fuera niña una sonrisa, para hacerlo más tarde mientras crecía un saludo completo.

Hoy no tengo esas trufas deje de comerlas cuando él se fue.

No estoy en la ciudad, para ir por el batido, aunque tampoco tendría el mismo sabor de antaño, siempre asociare las trufas derritiéndose en mi paladar ese gusto de cerrar los ojos y dejarte llevar por el sabor embriagador, con mi padre y su mano cogida a la mía, cada año el día de mi santo, seguiré teniendo esa pequeña celebración entre los dos de mi nombre.


miércoles, 16 de marzo de 2011

Adaptación

No recuerdo bien, si fue en una antigua entrada o bien contándoselo a una persona por correo. Le relataba cómo era salir en mi barrio, en esos tramos en los cuales nos conocemos todos desde pequeños, nos saludábamos con una sonrisa y bromas todas las mañanas, un pequeño submundo de una ciudad. Un simbolismo de pertenencia de lugar.

Cuando llegaba la temporada y debía hacer la visita familiar, el mismo hecho de que mis hermanas pasaran horas y horas para hacer una simple compra por las mañanas, hablando, saludando, bromeando, me desesperaba. La sensación no estar en tu espacio, esa atmosfera dejándote dos pasos atrás sin saber que decirle a ese desconocido, que con curiosidad te mira analizando el poco parecido entre tres mujeres con la misma sangre, desquiciaba mi poca paciencia. En una ceguera total no reivindicaba con esos humores mi independencia de movimiento, muy al contrario han debido de pasar años para darme cuenta, que era solo un egoísmo cerrado con un deje de incapacidad de adaptación. Yo misma había alzado muros para no sentirme cómoda, en una mañana de mercado, donde las bromas son universales, las sonrisas como en todos los lugares algunas sinceras y otras compuesta por la etiqueta, las miradas de curiosidad una puerta entreabierta al conocimiento de “vamos a tomar un café”.

Llevo menos de un año viviendo con una normalidad que no se rompe en temporadas, ayer mientras iba a la parada del autobús, para subir hacia otro pueblo, sin apenas apreciarlo iba saludando y parándome con las personas que convivo en comunidad. Ya sentada en el trayecto de subida analizando lo ocurrido, me di cuenta que mi zona de ciudad se había convertido en un pueblo o mejor dicho dos, donde camino con un paso más seguro de marcadas vivencias, esa finalidad de pertenecer.