miércoles, 21 de marzo de 2012

Charles Dickens. Para leer al anochecer. Historias de fantasmas

Cuando te planteas leer los cuentos de terror del gran maestro Dickens, tienes dos opciones a seguir. Leerlos, sintiendo como en su época o bien clavarte con los talones fuertes en la tuya.

Mientras vas pasando las hojas, unos te van gustando más que otros, no dejas de lado ese enamoramiento que produce con su pluma Dickens, más bien te encandila, con su saber hacer, su ironía y su sentido del humor guiños de picardía y su gran conocimiento humano.

Sí has caminado como caballero o señora victoriana, tus pupilas se dilataran de terror, pero dada la gran afición, disfrutaras con ellos sentados junto a la chimenea con una copa de vino y un lector con voz potente llevándolas hasta el cielo oscuro de la noche, mientras las ráfagas de viento y lluvia tintinean en los cristales de la ventana, creando una banda sonora exaltadora de emociones.

Somos seres humanos de un siglo en el cual, el hambre, la muerte, las guerras, ser desnaturalizado es el pan de cada día, tenemos firmes creencias y un terror nuevo que nada tiene que ver con los fantasmas coincidencias o su romanticismo. Nos pensamos tan liberados de esos espantos victorianos, que sin darnos cuenta nos alzamos a un pedestal de “¿quién tiene miedo?”

Todo ser tiene un leve momento en su vida, donde le cosquillea la nuca, un escalofrió le correcorre la espalda el aire gélido nos atormenta por el cuello, miramos hacia atrás aun cuando sabemos que estamos solos. No hemos cerrado bien la ventana hay corrientes por la habitación, subimos un poco más la manta hasta el mentón y continuamos leyendo los cuentos de terror. Simples fantasmas de otras épocas sin sustancia, poco creíbles, que hasta pueden llegar a ser divertidos, encantadores, irrisorios, culpables, inocentes. Somos de nuestro siglo y aun así en nuestros nervios oculares apreciamos un movimiento oscuro sobre la cómoda desapareciendo en la pared, escuchamos ruidos lejanos que los imaginamos debajo de la cama. Con un movimiento nervioso pasamos la siguiente página.

Por más adelantos en la ciencia, por muy cerebrales que seamos, tenemos que asentir con la cabeza y la mente dándole la razón a este gran maestro, el cual supo dar en sus cuentos de terror, esa igualdad de sentimientos con sus sensaciones a lo largo de los años a todo aquel osado lector. Pues si algo es cierto en cuanto más lo negamos, es el deseo de esa perturbadora inquietud.

Gocemos de ella, con sus historias de terror cuando la noche caiga.

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