sábado, 24 de marzo de 2012

Coexistir en armonía.

Con las nuevas tecnologías, suelo tener un poco de alejamiento porque en algunos casos no las comprendo, otras demasiado caras y en último motivo me gusta lo práctico.

Todo el mundo tiene whasapp en el móvil, yo tengo uno de veinte euros válido para recibir llamadas, hacerlas, mandar mensajes, tener alarma y punto. No quiero algo más pues luego no lo uso, demasiadas cosas en un pequeño trastito, que no me sirven para nada y sí para decir soy muy moderna, lo habré repetido hasta la saciedad.

Con mi portátil y mi pc de mesa estaba servida, hasta hace poco. Este año me hicieron uno de los mejores regalos que podría haber recibido, indiscutiblemente hablo de cosas materiales.

Un Kindle al principio cuando me figure el regalo, exclamaba y ponía muchas objeciones. Gracias a todos por no escucharme, volverme a tomar como loquita y hacer vuestra santa voluntad. Hoy disfruto cada día de él, tanto es así que me convierto en una pesada reiterativa en dar las gracias, con lo molesto que se hace recibirlas, creo conveniente dejarlo aquí plasmado para finalizar este disco rayado, dejando de ser una palabra con mucho sentimiento a ser simplemente un acto reflejo para quienes lo reciben.

Es maravilloso, lo cómodo que es el poder estar tranquila sin la ansiedad por el espacio y en dónde colocar los libros, cuando ya es casi imposible buscar un pequeño rincón. Este aparatito tan fino, poquita cosa a la hora de mirarlo, con su poco peso, cuan inmenso se hace en su genialidad en el mismo acto de darle a una tecla y tener todos los libros en esa pantalla. Quiero dar un elogioso homenaje, por todo lo que hace por una simple lectora.

Sí, estoy con la nueva tecnología como blanca nieves con los siete enanitos, hasta ayer mismo les comentaba a mis amigas, ¡es que un libro ya me pesa en las manos! Que ingratitud la mía, a tantas horas con ese olor de nuevo o viejo en mi nariz, con esas tantas suavidades de papel en mis dedos, con la búsqueda insaciable de bellos marca páginas para esos libros, con sus hojas amarillentas por los años, a todas esas sonrisas tontas, por verlos bien colocados en la librería del salón o donde se pudiera.

Es cierto que con el entusiasmo junto con lo maravillada que estoy, pueda pesarme un libro de papel en la mano, pero también es igual de verdadero, el seguir comprando libros con sus portadas en trade, sus puntos en cinta, sus páginas de toda la vida. Pude que mis brazos hoy sientan algo de cansancio pero simplemente será recuperar la costumbre. Pues creo fervientemente que ambas formas maravillosas pueden coexistir en armonía.

Gracias a toda mi familia que me regalo el Kindle y gracias Johannes Gutenberg.

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