viernes, 19 de noviembre de 2010

Enseres masculinos

Lo que no se me va de la mente hoy. Es un cinturón lleno de clavos, martillos, utensilios mecánicos, con su taladro ante todas las cosas. En una cintura de hombre con brazos fuertes, sin hablar mucho, sin preguntarme donde colocar las cosas, sabiendo en cada momento donde va todo como si esta casa, no fuera la mía y si la suya, quedaría mucho mejor un algo compartido. Pero ya sabemos todos los egoístas que nos volvemos con nuestro habitáculo particular.

En estos momentos es cuando me doy cuenta de cuánto necesito un hombre con sus mil pericias caseras. Claro que le podría dar otros muchos usos pero por ahora mismo. Lo quiero como señor manitas, de oro, plata o como quiera, mientras me coloque todo. He de ir detrás, sacar con la escoba, el polvillo de la pared, ir ideando como hacer buenas confinaciones, no me molesta. Pero al menos tener algo fuerte y que esté dispuesto a trabajar con o sin ayuda.

Posiblemente tenga tentaciones, cuando lo vea sudoroso y con el taladro, venga aprontando contra la pared. ¿Quién puede resistir tal imagen? Debe de ser de piedra, aunque cuando los dedos de los pies ya digan no puedo sujetarte más, por mucha tentación, me llamará mas una ducha de agua caliente, que un cuerpo intentando refrescarse.

Sí, es bueno tener un cinturón de herramientas en casa, que baje y suba por la escalera, que coloque, mientras una sigue sus pasos. Sí, es muy bueno tener un hombre manitas en casa, además de toda la ayuda ofrecida, te deja que pensar en la ducha.

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