martes, 30 de noviembre de 2010

Víctor o Víctoria

Esta noche están poniendo en la televisión una de mis películas favoritas, así pues por hoy me doy prisa mejor aun pongo una parte de la entrada ahora y a su final estoy de vuelta para seguir hablando de ella. Por ahora os dejo con una de las actuaciones Julie Andrews cuando este de nuevo para no perder la última entrada del mes buscare mi favorita.



Siempre me deja una sensación haber viajado en el tiempo, trasportándome a la antigua sala de estar, dejándome el placer de haber compartido con la familia una magnífica película. De la cual hablaras con tus hermanas en vuestra habitación. Sí, es el regusto de aquello que siempre te acompañará, no importa los años que pasen por ella, será, aun cuando nosotros no estemos ya, un clásico de cine.

La crítica bien hecha ante la homosexualidad, vista desde una mujer que lucha por ser alguien, un machista gánster, un guardaespaldas ex jugador de rugbi camorrista, una chica de alterne novia sin mucho cerebro taimada y envidiosa, un mundo donde es algo natural, bohemio y espectáculo.


Con un punto de comedia para resguardar lo que las tijeras de la censura americana podrían considerar mal y su puristimo, esto con la buena fotografía, buena dirección y un guion y discúlpenme si digo cojonudo, es Víctor y Victoria un magistral obra, si a encima le añadimos en la receta música ya se convierte en exquisitez para los paladares mas sibaritas, con una guinda de pastel, saboreadas infinidades de veces por la memoria con su elenco.

Mi fascinación por este films, viene desde pequeña, adoro el cine musical de esa época y aclaro con matiz bien reafirmando. Lo gracioso llega en su final, en esos momentos donde te envuelve esa curiosidad de cómo será disfrazarse de hombre, vas recordando todos los números musicales de otras películas donde las mujeres sino parciales si totalmente han estado en esa farsa, hasta llegar con tu memoria a la fotografía y un sinfín de materias artísticas.

Sonrió pues en mi divagar, recorro muchos caminos pocos ortodoxos en una entrada de blog, quedando patente el magnetismo ante esa figuración. Posiblemente me atreva algún febrero a disfrazarme de hombre ¿porqué no? Compartir así ese trocito de sensaciones con las estrellas de cine que me acompañaron desde mi niñez.

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