domingo, 21 de noviembre de 2010

Nueces


Dicen que las nueces son muy buenas para la memoria.

Mañana lunes iré al súper a comprar un paquete de ellas, seguramente de las peladas ya. Llevo casi toda la tarde queriendo sacar de mi cabeza, cuántos libros termine en Sevilla, por mucho intentarlo solo me sale dos nombres. Es posible y yo figure una ilusión de una cantidad no real.

Arrepentirme de no apuntarlo, toca por esta tarde de domingo, pero me obsesiona de una manera increíble, logrando que no entre en la lectura de otro libro. Fluye el bloqueo total en mi cabeza con su nerviosismo característico.

No me vale ya ir a mirar los libros para averiguar el fallo, es imposible tengo todos los libros expuestos sin orden ni concierto, entre dos librerías, otros guardados aun en mi habitación y tres cajas en la antigua casa. Que impotencia tengo, voy intentando calmarme entre juegos chinos, cigarros hechos a mano, sin finalidad conseguida. Me llega la loca idea de llamar por teléfono a ver si en algún momento di los datos por ello, ¿a quién?

Si lograra relajarme, cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento de mi persona, sonreirá. Yo nunca me relajo, he de alcanzar ese recuerdo perdido, me agarro a la creencia de que en algún momento se destape la niebla.

Como es posible la pérdida de una tarde con todas sus horas, enfrascada en una simple inconsciencia. ¿Será el aburrimiento? Esa inactividad después de tantos días de mil laberintos sin fin, ese sosiego en el cual nunca se encuentra nada bueno. Puede ser un conjunto de todo, lo que sí es seguro, es que necesito nueces para la memoria.

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