sábado, 20 de noviembre de 2010

Un duende en el bosque

Son fechas de compartir con la familia.

En donde cualquier mal palabra dicha anterior se modifica con una sonrisa, un beso en la mejilla y un abrazo, un apretar los cuerpos con ese deje de “somos sicilianos, somos lo que tenemos.”

Cuatro generaciones se han visto hoy en una habitación de hospital, dando la bienvenida a un nuevo miembro. Una doncella preciosa, que con los días se transformara en una princesa de cada casa. La niña de nuestros ojos.

Con rasgos de todos, necesidad de dejar plasmado en ella un tanto de cada uno de nosotros, mientras la realidad es otra, este duendecillo del bosque, será única.

En cada pasar de brazos, ella nos ha regalado su llegada, le hemos ofrecido un trozo de nuestra personalidad, lo mejor de cada uno, mientras ella sonreía. ¿Cómo es posible que una personita con horas, ni extrañe y acepte con ese gesto?

La sangre, los genes, es la llamada de la marea, de los vientos de levante, de la Isla, de una Caleta, de una Cala en Málaga, las oscuridades en la mezquita, son tantas cosas en una, tan poderosa como lo es la vida.

Por una vez no encuentro definiciones ni palabras para explicar que es la belleza, voy a vivirla cada día que pase junto a ella. Comienza la cuarta generación con un rostro salido de un cuento de hadas.

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